UNA PELÍCULA DE GUERRA, UNA PELÍCULA DEL FUTURO
Rosetta, Bélgica, 1999.
Escrita y dirigida por Jean-Pierre y Luc Dardenne.
**** Obra maestra
Tras dos películas de los hermanos Dardenne estrenadas comercialmente durante el 2006, El hijo y El niño, su indiscutible obra maestra llamada Rosetta de 1999 se viene anunciando desde el 2007; llegará tarde pero sigue siendo un film del futuro, intempestivo, necesario.
Unos años atrás David Cronenberg declaraba en el periódicoLibération , a propósito de su decisión de otorgarle el palmar de oro a Rosetta de los hermanos Dardenne: “Hemos elegido lo que creemos será el futuro del cine, y sabemos que aquello que hoy está en los márgenes habrá como siempre acabar en el centro… Desde mi punto de vista es pesimista Shakespeare enamorado, pues demuestra no tener fe alguna en el cine. Mientras queRosetta me permite ser optimista debido a que muestra que el cine puede cambiar el mundo y que posee todavía el deseo y la fe de transformarlo”.
El cine de los Dardenne interpela el presente sin condescendencia alguna; sus películas son films-reelámpagos que iluminan la tristeza y la desesperación del mundo con la pretensión de alterar, por mostrar, el orden simbólico que las produce. Y a veces lo consiguen. Justicia poética y ejemplo del poder político del cine, la ley laboral para adolescentes en Bélgica se llama Plan-Rosetta, instituida el 12 de noviembre del 2000. Cronenberg, el lúcido, tuvo razón.
Rosetta cuenta la historia de una adolescente de 17 años perteneciente a la clase trabajadora que intenta trabajar para mantener a ella y a su madre, una alcohólica compulsiva. El relato se circunscribe a mostrar la cotidianidad de Rosetta (Emilie Dequenne) dividida entre rituales de supervivencia y su rutinaria búsqueda de empleo. Puede ser la experiencia de cualquier púber del gran Buenos Aires, aunque el film transcurre en Seraing, una ciudad de Bélgica que supo ser industrial.
Rosetta pertenece a una generación que desconoce la pertenencia al movimiento obrero y sus luchas sociales. Su percepción de sí es solitaria, atómica, desvinculada de una conciencia de clase. Una mónada sin historia, una existencia inmediata. Por eso, la aparición de un otro, un joven llamado Riquet (Fabricio Rongione), a quien conoce en el paso fugaz por un puesto de trabajo, le permite reconsiderar su identidad en otros términos. Debe ser una de las escenas más conmovedoras del cine contemporáneo: Rosetta, antes de dormir, repite su nombre en primera y tercera persona. Es un diálogo, un monólogo. Tiene un amigo, tiene un trabajo. No es más un fantasma ante el gran Otro. Es alguien para otro, ya no está sola, al menos por un tiempo.
Diríase que los Dardenne postulan un nuevo universo laboral al que consideran una zona de guerra: conseguir un empleo es participar en un combate. Si en la opera Three Penny Brecht decía que el pan viene antes de la moral (debo esta cita al análisis de Jonathan Rosenbaum respecto de este film publicado en Essential Cinema, 2004), aquí la sentencia adquiere una materialidad opresiva. Tal sensación es conquistada por una construcción formal subordinada al relato. La cámara persigue a Rosetta como si esta fuera un soldado en el frente: planos secuencia, cámara en mano, nada de música extradiegética. El sentido de urgencia se materializa en la respiración del combatiente, acaso el efecto sonoro más contundente del cine de los hermanos Dardenne. La cámara sólo se aquieta cuando Rosetta consigue un empleo y un amigo. Pero en la guerra la quietud es una pausa en la disputa.
Lo sabemos: el desempleo disciplina, provoca comportamientos vergonzosos. Véase la escena en la que Rosetta delibera sobre dejar hundir en el río-pantano a su único amigo o salvarle: ¿supervivencia o solidaridad? Esta escena se repite directamente en el espacio por antonomasia en donde se lucha cuerpo a cuerpo: un puesto. El enfrentamiento entre Rosetta y Riquet, tras una táctica legítima de combate, implica en el orden de la trama una suspensión biológica de la ética, y una decisión filosófica y narrativa por parte de los realizadores para ver hasta dónde puede socavar este nuevo estado de guerra la decencia de quienes combaten, compiten. En este sentido, como lo entendiera Bresson (acaso Rosetta sea una lectura materialista y actualizada de suMouchette) lo que se puede decir con el sonido y la imagen es suficiente. Aquí el sonido de la motoneta de Riquet deviene, en la escucha de Rosetta, en el repiqueteo musical de un redoblante perteneciente a un ejército imaginario que anuncia la cercanía del enemigo. La puesta en escena de los Dardenne es precisa y austera, pero lo que ocurre entre los planos y con los planos habla de un dominio del medio propio de maestros. ¿O no se transfiere a quien mira el peso de una garrafa, el sabor de un huevo duro, la angustia localizada en la panza, el barro que hunde? La coherencia entre forma y contenido hace que el espectador experimente con su propio cuerpo la materialidad de la película.
En la impecable edición de MK2, bajo la dirección de Serge Toubiana, parte de la obra esencial de Charles Chaplin ha sido restaurada y digitalizada. La archiconocida Tiempos modernos es presentada y analizada por los hermanos Dardenne. Es lógico que así sea. Los Dardenne son parte de ese linaje estético y político al que pertenecía el responsable de Luces de la ciudad, y que bien subscribe a la concepción de cine del realizador portugués Pedro Costa, otro miembro de esta comunidad de inconformistas, para quien la función primaria y esencial del séptimo arte es dejar constancia y hacer sentir de que hay algo que está mal.
Y como Chaplin, los Dardenne carecen de escepticismo. Creen en el cine porque creer en él es volver a creer en el mundo. En efecto,Rosetta apuesta a un tipo de dignidad condensada en el último pasaje de su trama, en donde ambos personajes son testigos, como nosotros, de una metamorfosis. Es el gesto que convierte a un animal moribundo como Rosetta en un agente libre que impugna toda injusticia.
Copyleft 2000-2008 / Roger Alan Koza
Esta crítica fue publicada en el número 4 de la revista La Rana de la provincia de Córdoba, durante el 2007.